¿Quieres emocionarte? ¿quieres que se te pongan los ojos
llorosos por algo verdaderamente precioso? ¿quieres entender por qué la belleza
de la vida está en las pequeñas cosas? En caso afirmativo, solo te pido 12
minutos de tu tiempo. Este es el primer
cortometraje que pongo en mi blog, y tal vez esté empezando por el mejor que
podría poner. Cuando hablamos de cortos, muchos pensarán en los, preciosos
también, cortos de Pixar, pero hay muchos, miles, infinitos de cortos, y
desgraciadamente no tienen el reconocimiento que merecen. La mayoría de ellos
están hechos por gente de manera gratuita, que invierten su tiempo, sudor y
esfuerzo, en algo que, casi seguro, no les va a dar de comer. Por eso quiero
dedicar un espacio en mi blog a los cortometrajes, porque hay auténticas
maravillas, como esta que de la que voy a hablaros.
“La maison en petit cubes” es una oda a la vida, al hogar, a
la belleza que tienen las cositas más pequeñas, la belleza de la cotidianidad y
del amor verdadero. Muestra el paso del tiempo, una historia de amor desde la
perspectiva del transcurso de los años, condensado en simplemente 12 minutos, y
por si fuera poco, sin diálogos. Todo un ejemplo de como con tan poco se puede
transmitir tanto. Habla además de ese tabú llamado vejez, de tener que vivir la
espera de lo inevitable tras haber vivido todo aquello que querías vivir. Debo
reconocer, por si no te habías dado cuenta ya, que tengo especial debilidad por
este corto, y es que creo que cada vez que lo he visto me ha sido inevitable
emocionarme, y mira que lo he visto veces. Pero, ¿cómo no voy a hacerlo si cada
vez que lo veo me roba la mejor de mis sonrisas? Espero haberte convencido, y
si no lo he conseguido todavía, quizás lo haga diciéndote que ganó el Oscar a
Mejor cortometraje de animación. Así que ya sabes, acomódate en tu sillón,
ponte los mejores auriculares que tengas, y disfruta. Simplemente, disfruta.
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