sábado, 12 de noviembre de 2016

REFLEXIÓN

“El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo”. Con estas escasas palabras se puede explicar el famoso concepto llamado Efecto Mariposa.  


Cada pequeño suceso, cada decisión, cada impulso, cada una de las acciones que componen nuestro día a día repercuten inevitablemente en el devenir de las cosas. No somos conscientes de hasta qué punto todo aquello que hacemos afecta a nuestro futuro, ni debemos serlo realmente, no podríamos entonces dejarnos llevar y disfrutar de la vida. Somos miles de millones en este lugar llamado mundo, y cada uno de nosotros con nuestros actos transcendemos en el vivir tanto nuestro como el de los demás. Lo que Fulanito haga en la otra punta del mundo puede determinar qué a ti te pase una cosa u otra. Y es por esto que no tenemos el control de nuestra vida, por mucho que nos preparemos, que estudiemos, que entrenemos, que preveamos las consecuencias de cada una de nuestras elecciones, por mucho que hagamos, no tenemos el control, y esa ineludible verdad atormenta nuestra existencia. No soportamos saber que el dominio de nuestra vida no nos pertenece, esa feroz impotencia que nos hace buscarle un por qué, un motivo a todo aquello que se salga de lo justo o lo previsto. Y es que tal vez sea en esa búsqueda de respuestas, en esa búsqueda de darle un sentido a todo, donde acudamos al concepto del destino, de que hay un plan para cada uno de nosotros, de que hay un dios todopoderoso al que culpar o agradecer dichos acontecimientos. Pero, volviendo al principio ¿y si no hay destino? ¿ y si lo que nos ocurre, no es más que fruto de casualidades, de decisiones, o de los aleteos de una mariposa en Nepal?  Abruma, ¿verdad? Es más fácil achacarlo al destino, confiar en que si las cosas suceden así es por alguna razón. Destino versus azar, desde mi punto de vista al menos, es difícil posicionarse.


No obstante, ambas hipótesis tienen un claro factor en común, y es que, sea un plan establecido, o sea fruto del azar, podemos decidir. Nosotros los humanos, no sé si con nuestra privilegiada o absurda inteligencia, tenemos la capacidad de analizar, de sopesar, y decidir tras usar la razón. Podemos elegir si estudiar esto o lo otro, si vivir aquí o vivir allá, si estar con esta persona o esta otra, y eso, sea culpa de quien sea, siempre viene precedido de nuestra decisión. Que yo esté escribiendo a estas horas de la noche estas absurdas reflexiones ha sido mí decisión, por unos motivos o por otros, he sido yo quien ha decidido abrir el Microsoft Word y ponerse a escribir, y eso da igual que haya sido parte de un plan escrito que ha querido que piense todas estas memeces o fruto de que haya dormido una siesta de 3 horas y no pueda dormir. Al fin y al cabo, por una u otra razón, he sido yo en mi fuero interno quien ha tenido la última palabra. Nadie nos salva de este trámite, ni el destino, ni el azar. Según el bando en el que estés, desde luego tomarás tus decisiones con más preocupación o menos, y eso creo que es lo hace que la inmensa mayoría prefiera creer en que todo tiene un por qué. Pero al fin y al cabo, podemos afirmar que dentro de este mundo caótico e injusto hay un hueco para nuestra voluntad, que nos pertenece algo de control dentro de este descontrol.


Decía Shakespeare que “el destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”, y puede que tenga razón. Tal vez no exista una cosa ni otra, tal vez exista una mezcla de las dos. Tal vez haya un plan programado para tu vida, pero eres tú quien decide, y tal vez con tus decisiones cambies el rumbo de dicho plan. El problema es que si la respuesta del "¿por qué pasa esto?" no es un "porque sí" o un "porque las cosas pasan por algo" te complicas un poco la existencia. No es muy alentador que digamos. Con esta actitud, probablemente te atormentarán aquellas cartas que no supiste jugar bien, aquellos malos movimientos, aquellas jugadas impulsivas, los faroles que fracasaron, los órdagos donde se pierde todo, te atormentarán tanto que le pedirás al destino que baraje otra vez. Pero no te equivoques, pues siempre habrá más cartas, más rondas, y más partidas que jugar. Por otro lado, puedes pensar que si la partida salió mal, fue porque tenía que salir mal. Puedes pensar que esa jugada fue así porque el destino lo quiso, y de esa manera, aliviar tus preocupaciones y remordimientos. La vida está llena de opciones, de posibilidades, de caminos, y aunque puedan ser bloqueados por cosas que escapan de nuestro control, siempre podremos elegir. Y cuando digo elegir no sólo hablo de acciones, también hablo de actitudes, y es que la actitud es lo más importante de todo, y eso, afortunadamente, sólo la elegimos nosotros.



Por tanto, ¿cuál sería la respuesta al “¿Por qué a mí?” del que hablábamos al comienzo? A esa respuesta puedes llamarla de muchas maneras. Llámala destino, llámala que pasó porque tenía que pasar, llámala injusticia, llámala azar. Francamente, no tengo ni la más remota idea sobre cuál es el por qué, no sé si se trata de azar o de destino, pero sí que hay algo que saco en claro después de tanta divagación, y es que buscarle una respuesta no es la solución. La solución es aceptarlo, es seguir adelante, es sonreír, y da igual a que se deba esa desgracia, bendición o injusticia, si a un plan divino o  a una circunstancia aleatoria. Simplemente, hay que seguir mirando al frente, y esperar que ese plan o ese aleteo, la próxima vez, sople a tu favor.






Me he salido un poco de la línea que he estado llevando con este blog, pero no pasa nada que le pongo una solución bien sencilla. Mis siguientes entradas guardarán relación con el tema que aquí planteo, usándolo un poco a modo de temática, por hacer algo diferente vamos. Escribir obviamente no es lo mío, pero si he escrito algo diferente no es por intentar demostrar algo de sabiduría, dármelas de escritor o estupideces diversas, en absoluto. Escribir las chorradas que se te pasan por la cabeza puede llegar a ser muy útil. Si algún día sientes que lo necesitas, pruébate, no te arrepentirás.

2 comentarios:

  1. "Simplemente, hay que seguir mirando al frente, y esperar que ese plan o ese aleteo, la próxima vez, sople a tu favor."
    Me encanta leerte :)

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